El Poder Judicial quiere que el fiscal protagonice la investigación penal

 AVISO: Este artículo fue publicado el pasado 13 de julio en El Faro de Temis, blog del autor alojado en cuartopoder.es

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Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. / Efe

El presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, sorprendió la semana pasada a propios y extraños al apostar por que la investigación de las causas penales sea atribuida al Ministerio Fiscal. Por una vez y sin que sirva de precedente, tiene razón, pero sus palabras han causado desconcierto porque llegan cuando ya es evidente que en esta legislatura que fenece tampoco se abordará el necesario cambio de modelo judicial -y sobre todo de modelo de justicia penal- porque el actual, agotado, es incapaz de dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Sigue leyendo

Rodrigo Rato en el circo romano

AVISO: Este artículo fue publicado el pasado 20 de marzo en el blog El Faro de Temis, alojado en la web cuartopoder.es. Esta versión actualiza el anterior.

A estas alturas del espectáculo, nadie duda ya de que tras el mediático arresto domiciliario por unas horas de Rodrigo Rato el pasado jueves hay una decisión política que busca reforzar la idea del “firme compromiso” del Gobierno en la lucha contra la corrupción. Eso es grave. Y más lo es que algo así haya sido posible gracias a la debilidad de las estructuras judiciales que deben perseguir ese tipo de comportamientos. Y está por ver que alguien pueda sentirse satisfecho con los resultados obtenidos.

A estas alturas del espectáculo, nadie duda ya de que tras el mediático arresto domiciliario por unas horas de Rodrigo Rato el pasado jueves hay una decisión política que busca reforzar la idea del “firme compromiso” del Gobierno en la lucha contra la corrupción. Eso es grave. Y más lo es que algo así haya sido posible gracias a la debilidad de las estructuras judiciales que deben perseguir ese tipo de comportamientos. Y está por ver que alguien pueda sentirse satisfecho con los resultados obtenidos.  Nadie parece sorprenderse de que todo un exvicepresidente económico del gobierno de España, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional y expresidente de Bankia controle un entramado de empresas en el extranjero cuyo objetivo es ocultar a la Hacienda española parte de su patrimonio, al parecer la más voluminosa. Hace tiempo que la opinión pública española acepta determinadas noticias con un estoicismo preocupante, muy similar al empleado por las culturas clásicas que soportaban desgracias a base de atribuirlas a designios divinos.  La persecución judicial de Rato, de confirmarse esas sospechas, debería ser implacable y ejemplar, pero mal comienzo es ese tufo a maniobra política  que rodea todo lo sucedido desde el pasado jueves. O todo lo que parece haber sucedido porque, como suele ocurrir en estos casos, a estas horas la opinión pública sigue sin disponer de una versión oficial fiable sobre lo acaecido, lo que abre el campo de juego a todo tipo de especulaciones, filtraciones e hipótesis que sólo ayudan a enmarañar la situación.  El 17 de febrero de 2015, el director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, desveló a la Comisión de Hacienda del Congreso que 705 de los 31.484 contribuyentes que en 2012 se acogieron a la amnistía fiscal “pudieran haber incurrido en blanqueo de capitales, y pasaremos esa información al Servicio de Prevención del Blanqueo de Capitales (Sepblac) para que se contraste, en su caso, con la información que ellos tengan y se decida qué actuaciones realizar”.   La confesión de Menéndez no generó especial revuelo por dos razones. En primer lugar, porque decenas de expertos de derecho penal económico y fiscalidad ya habían advertido contra las peculiaridades técnicas del decreto 12/2012 que regula mal la amnistía fiscal y la convierte en una trampa saducea que podía colocar a quienes acudieran a la regularización en la diana de la persecución del blanqueo de capitales. En segundo lugar, porque ocultó a los diputados que la mayoría de los investigados son políticos, altos funcionarios del Estado –jueces incluidos-, abogados y financieros de postín.  El Sepblac ha contado con un poderoso instrumento para investigar a los acogidos a la amnistía fiscal: el modelo 720 sobre Declaración de Bienes en el Extranjero que muchos de ellos rellenaron en 2013. El cruce de los datos permitió detectar 705 casos sospechosos de blanqueo de capitales, que fueron devueltos a la Agencia Tributaria para que ésta iniciase su propia indagación a través de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF). ¿Qué se sabe de todo ese proceso? De la situación de 704 de los contribuyentes sospechosos absolutamente nada; del número 705, que es Rato, al parecer ya lo sabemos casi todo, pero demasiadas cosas no encajan. Investigación poco madura En su comparecencia ante la Comisión de Hacienda del Congreso, el director de la Agencia Tributaria habló en futuro, según varios diputados. Será casualidad, pero el acta de su comparecencia aquel día es la única que no es accesible en la web de la cámara baja. Conviene precisar este dato porque si habló en futuro Menéndez mintió: la ONIF ya había llevado el expediente de Rato a la Fiscalía Anticorrupción a finales de 2014. El organismo que dirige Antonio Salinas consideró que las pesquisas de la Agencia Tributaria eran todavía “preliminares poco maduros” y sugirió profundizar la investigación, que sería controlada por la fiscal Elena Lorente.  La respuesta de Anticorrupción debió de decepcionar a alguien, porque a principios de 2015 tres inspectores de la ONIF alertaron a la Fiscalía de Madrid de las vinculaciones de Rato con sociedades radicadas en el extranjero. Pero obtuvieron la misma respuesta: era una investigación todavía embrionaria necesitada de nuevas y complejas indagaciones.  La Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada dice que no supo hasta el pasado jueves que la ONIF había elegido otro compañero de baile para el rondo que debía cercar a Rato. La Fiscalía de Madrid asegura que nunca fue informada, hasta el pasado jueves, de que había presentado una denuncia por hechos que investigaban sus compañeros de Anticorrupción. Si ambas afirmaciones son ciertas, la imagen que proyectan del funcionamiento del Ministerio Fiscal en un asunto de tal envergadura es demoledora.   ¿Por qué la Fiscalía de Madrid? La ONIF no ha dado explicaciones. La Agencia Tributaria, de la que depende, tampoco. El Ministerio de Hacienda, institución superior de las dos anteriores, mucho menos.  Así que cualquier hipótesis es plausible, y ninguna buena, porque el departamento que dirige Cristóbal Montoro sabe que, para este tipo de pesquisas, Anticorrupción cuenta con medios insuficientes, pero muy superiores a los de cualquier fiscalía territorial.  La versión más extendida es que el Gobierno, o al menos en el Ministerio de Economía, está muy molesto con la Fiscalía Anticorrupción y el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, a los que responsabilizan del trato condescendiente que en su opinión ha recibido Rato frente a la dureza con la que ha sido tratada Bankia, incluida la fianza por responsabilidad civil de 800 millones de euros impuesta a la entidad que, en opinión del ministro Luis de Guindos, puede incluso poner en peligro su futuro.  Detención innecesaria Con el mismo ‘caso Rato’ en manos de dos fiscalías distintas sin que ninguna de ellas sepa que hace la otra, ¿qué dato nuevo provoca la detención de todo un exvicepresidente del Gobierno? Ninguno. Al menos, esa es la explicación que el fiscal superior de Madrid, Manuel Moix, ha facilitado a personas de su entorno. Lo que ocurrió es que el pasado martes por la noche, una oportuna filtración permitió saber que Rato es uno de los 705 acogidos a la amnistía fiscal investigados por presunto blanqueo. La identidad de los otros 704 investigados sigue, de momento, protegida por un tupido manto de secreto.  Moix analizó la situación con el fiscal jefe de Madrid, José Javier Polo, y el fiscal encargado del caso, Carlos García, y concluyeron que disponían de datos suficientes para presentar una denuncia. Según esta versión, facilitada por terceros, la investigación no había avanzado, pero la filtración podía alertar a Rato e impulsarle a destruir pruebas, por lo que el fiscal superior de Madrid decidió actuar motu proprio, sin sugerencias de terceros. El director general de Inspección de la Agencia Tributaria, Luis María Sánchez, y la inspectora jefe de la ONIF, Margarita García-Valdecasas, respaldaron la iniciativa fiscal.  A lo largo de la tarde el miércoles, la Fiscalía de Madrid prepara la denuncia por delito fiscal, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. La fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, es informada por teléfono y da el visto bueno. El jueves por la mañana, el juez de Instrucción 35 de Madrid, Enrique de la Hoz, en funciones de guardia, ordena el registro del domicilio y el despacho de Rato en el madrileño barrio de Salamanca, así como la sede de la empresa Kradonara 2001, ubicada en Sotogrande (Cádiz).   El juez también ordenó, “de conformidad con lo interesado por el Ministerio Público”, la detención de Rato “al objeto de poder desarrollar eficazmente las diligencias de entrada y registro”, pero tanto el fiscal superior Moix como el fiscal jefe Polo niegan haber solicitado un arresto que ambos consideran “improcedente”: ni había riesgo de fuga, ni Rato podía destruir pruebas una vez iniciados los registros, ni había intención alguna de ponerle a disposición judicial al término de la diligencia. Para enmarañar lo sucedido, el fiscal García ha reconocido que él sí era partidario del arresto e incluso de la imposición de algunas medidas cautelares.     La versión de Moix según la cual él actuó con autonomía de criterio tiene un flanco muy débil. La detención de Rato y el registro de su domicilio se realizan por orden judicial por una comisión judicial en la que junto al secretario judicial y el fiscal sólo hubo inspectores de la Agencia Tributaria adscritos a Vigilancia Aduanera. La ley les considera agentes de la autoridad, pero actúan subordinados a Policía y la Guardia Civil, por lo que su presencia en este tipo de actuaciones es inusual.  La Policía fue avisada tarde, y sólo para encargarse del orden público. Cuando la Unidad de Intervención Policial, encargada de controlar situaciones complicadas, llegó al portal del ex director gerente del FMI los periodistas llevaban allí dos horas. Algunos informadores gráficos incluso llegaron a tiempo de captar la llegada de los inspectores fiscales. El secreto profesional impide conocer quién les avisó, pero sus fuentes no fueron ni fiscales ni judiciales.  Nada más saber lo ocurrido, el fiscal jefe Anticorrupción llamó por teléfono a la fiscal general para quejarse por lo que estaba ocurriendo y reclamar para su organismo el caso. Madrigal se mostró de acuerdo de inmediato. En las próximas horas, la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada contralará la investigación que afecta a toda la trayectoria profesional y personal de Rato desde 1996 hasta hoy.  Todo depende del tiempo que necesite el teniente fiscal jefe de la Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado, Alejandro Luzón, para elaborar el preceptivo informe. Causalidades de la vida, Luzón, hasta antes de ayer a las órdenes de Salinas, es el fiscal que mejor conoce la vida y milagros económicos del exvicepresidente del Gobierno. Y también quien más molesta al Ejecutivo en todo este asunto.  En cuanto Anticorrupción recupere el asunto, la fiscal Lorente solicitará su traslado a la Audiencia Nacional. Hay dos posibilidades. La primera es que, como han apuntado algunas fuentes, la ONIF haya detectado en los últimos meses un intento de Rato de deshacerse de parte de su patrimonio para ponerlo a salvo de la fianza impuesta el juez Andreu en el ‘caso Bankia’. La segunda opción es que todo se reduzca a operaciones en paraísos fiscales con las que resguardar la riqueza familiar de los tentáculos de Hacienda. En ambos casos, la competencia es de la Audiencia Nacional.  El ‘caso Rato’ –que salpica de lleno a su exmujer Ángeles Alarcón, directora general del Grupo Paradores- acabará en breve en manos de la Fiscalía Anticorrupción y de un juez de la Audiencia Nacional. Ese es su lugar natural si no fuera porque alguien decidió conseguir la foto de la mano de un inspector de Hacienda en la nuca de Rato para hacerle entrar, detenido, en un vehículo policial. Arrojado a la arena del circo para contentar al pueblo romano, alguien apunta con su pulgar hacia el suelo. Es muy posible que el exvicepresidente merezca el castigo, pero de momento la mano que le arroja a las fieras no es la que en un Estado de Derecho debe certificar su condena. Parece que no aprendemos.

Esta fotografía, propiedad de la agencia GTres, se ha convertido en el icono del descenso a los infiernos de Rodrigo Rato.

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La falsa reforma de Catalá contra la corrupción

AVISO: Comentario publicado el pasado lunes 9 de marzo en El Faro de Temis, blog del autor alojado en Cuarto Poder.

 

El arte de la política es a veces tan taimado que nada ocurre sin su correspondiente doblez. El Consejo de Ministros aprobará el próximo viernes una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim) que pretende agilizar la Justicia para mejorar la lucha contra la corrupción. La iniciativa, sin embargo, es inocua y llegará al Parlamento sin apenas tiempo para ser debatida y aprobada, lo que permite pensar que su objetivo es distinto al proclamado.

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El ministro de Justicia, Rafael Catalá, durante una reciente visita oficial a Badajos. / (Foto: EFE)

Quiere la reforma de la LECrim impulsada por el ministro de Justicia, Rafael Catalá, acabar con los sumarios interminables. Para ello, elimina el inoperante plazo de un mes que la actual ley fija para concluir un proceso y lo sustituye por otro “más realista” de seis meses, prorrogables a 18 en el caso de investigaciones complejas.

Un férreo sistema de plazos no sólo no agiliza el proceso sino que puede colapsar los sumarios y hacer inviable la investigación de delitos complejos. Consciente de ello, y para evitar cualquier suspicacia, el propio ministro ha enfatizado que no son plazos rígidos e incluso el de 18 meses debe manejarse “con flexibilidad” y podrá ser prorrogado “de manera indefinida” cuando sea necesario.

Es decir, el mecanismo de los plazos no va a ser operativo. De lo contrario sería imposible investigar episodios como el caso Gürtel, una investigación iniciada en 2008 que ha estado en manos de cuatro jueces (el quinto llegará en unas semanas) y ha pasado por tres tribunales distintos. Sigue leyendo

Una Justicia sin ayudas

El Tribunal Supremo acaba de cerrar el ‘caso Investahorro’. Por si no le suena, querido lector, una pista: se trata de una estafa piramidal urdida por tres sociedades de Bolsa aragonesas, Mercado y Gestión de Valores AVA (MG), Agentes de Bolsa y Asociados (ABA, hoy Agenbolsa) y Benito y Monjardín (hoy en manos de Espírito Santo Investments, filial del quebrado Banco Espírito Santo). ¿Ni aun así logra recordar? No se extrañe: las primeras querellas contra la sociedad utilizada para canalizar el fraude, la aragonesa Investahorro, se presentaron en 1998. En su día corrieron ríos de tinta, pero claro, hace ya la friolera de dieciséis años.

Según un principio básico de la ciencia jurídica, la justicia tardía no es justicia. Así que la sentencia del Supremo ha resuelto el proceso judicial, pero no queda claro si con ella se ha impartido justicia. Desde luego, no para más de 50 de los cerca de 600 estafados en el ‘caso Investahorro’, que no van a ver satisfecho su legítimo derecho a que se les repare el daño sufrido porque han fallecido en este lapso. Sigue leyendo