
Alegoría de la diosa Temis en la vidriera que ilumina el vestíbulo de acceso a la Corte Superior de Justicia de Bolivia.
Dice una de esas perlas del refranero popular que “por la boca muere el pez”. Mi madre, que también atesora una valiosa dosis de sabiduría ancestral, maneja una versión un tanto más prosaica: “eso te pasa por bocazas”. Sea como fuere, el caso es que después de muchos años de teorizar sobre la imprescindible reconstrucción del Poder Judicial para adecuarlo a las necesidades de la moderna sociedad española alguien me ha retado a hablar menos y hacer más. Y no he podido decir que no. El desafío es pasar de las palabras a los hechos, abandonar el parapeto de la pantalla del ordenador para encharcarme en labores ejecutivas en una administración de justicia concreta. Desde hace unos días dirijo el Gabinete Técnico de la consejería de Justicia de un gobierno autonómico. Y eso tiene sus consecuencias. Sigue leyendo